domingo, 8 de agosto de 2010

Aquí sin tiempo



Ha pasado mucho tiempo, ¿mucho tiempo?

Aquí seguimos.

La vida pasa sobre nosotras, es como un tanque de la I Guerra Mundial.

Aquí seguimos.

Pasan las hojas de un diario, los desastres, las sorpresas, un nacimiento, aquí seguimos. Celebramos la vida dentro de una taza de café.

Celebramos nuestros vestidos.

Celebramos un dibujo de un poeta francés simbolista y sentimental.

Una lágrima de alguien cae dentro de la taza. Escuchamos. Nos entendemos.

Una meta se cumple.

El miedo no se atreve a pronunciarse.

Con lágrimas. Sin lágrimas. Ya secos los ojos por el tiempo. Una sonrisa.
Un guiño al camarero: "¿No hay nada para cenar?". Es tarde. "¿Tarde?"

No se dan cuenta de que la vida es tan corta, tan inmensa, que acabamos de conocernos.
Jugamos todavía por el terraplén, tenemos las rodillas llenas de heridas, a veces, sangran.
Son heridas de la risa, de la aventura. Porque saltar y caerse es divertido, subir el terraplén, deslizar el pie sobre una tabla inmunda.
Y salvarse siempre. El valor es el premio. Mayor salto, más valentía.

"Somos descubridoras de un nuevo continente".

Así pasan muchos años, pasan o no, para algunos, no para nosotras, que estamos aún aprendiendo a vivir.

Los demás a veces no saben entender.

En el círculo de aquella mesa de aquel bar gira un universo de más de veinte años, y todo ha pasado en un instante. Las bodas, un premio de la escuela, los divorcios, los hijos, el desamor, el amor de nuevo.

Nos reconoceremos siempre en las caras reflejadas en la mirada de otra mirada.

Nada importa, somos invencibles.

"Camarero,"¿no hay nada para cenar?"

Es tarde...

La madrugada cierra las cocinas de todos los bares del bulevar.

"¿Tarde?'

Estamos descubriendo un nuevo continente.

Empieza a hacer un poco de frío; a nosotras todo nos parece ligeramente irreal.

Celebramos la vida.